2 de diciembre de 2009

el tipo de danza invisible


Está bien coincidir en gustos con otra persona, y entonces es fácil hacer buenas migas con ella. Pero la verdadera e indestructible amistad la forja la coincidencia en disgustos. Así que este post tiene, entre otros, el propósito de conseguir amigos para su autor por la vía de la comunión de repugnancias.


¿Por qué, sin embargo, mancillar esta bitácora de intachable recorrido? Pues porque aquí se habla de demasiadas cosas geniales. Porque las ilustraciones son demasiado bonitas. Porque los comentaristas son ingeniosos, certeros, irónicos, guapos. ¡Porque esto empieza a doler de puro sublime!

Entonces he pensado, me he dicho, esto necesita algo de abono, aprovechando, por qué no, el post número diecisiete. Es por la armonía, pues, por el equilibrio, que plantamos aquí, en mitad de Tatum, de Mishima, de Jethro Steelfingers, la siguiente blasfemia, el siguiente zurullo:

Danza Invisible.

Así de entrada, podría parecer poco importante que el tipo de Invisible Dance relinche como una yegua tirolesa. Es nauseabundo, en efecto, pero como nauseabundos son tantos otros humanos emisores de sonidos que nunca tendrán una línea en este filantrópico blog. Sin embargo, calidades las hay en todo, no sólo en el español que enseñan en los colegios bien. Hay asesinos de calidad; desperdicios de calidad; enfermedades de calidad. Y hay cantantes insufribles de calidad, como este. Es el Ferrari, la quintaesencia, de su especie, capaz como ninguno de crispar los nervios con esos convulsivos cacareos gallináceos, con ese gustarse, ese gozarse, ese no caber de placer en la propia piel y los propios histéricos grititos. ¡Y luego están esos bailoteos, joder!

Tiene este representante de nuestra cultura, no obstante, una cualidad sumamente práctica, y es que resulta útil como referencia dialéctica. A la manera de quienes, para describir algo, señalan una cosa muy distinta con el fin de utilizarla, inmediata y astutamente, en ilustrativa oposición, si alguien, un impúber, una novia, un comunista, nos preguntara: ¿y cómo es cantar bien?, sería bonito responder: ¿tú sabes como canta el Ojeda? Pues eso no, ¡lo otro!

Ahora que todo el mundo reclama leyes para todo, y habiéndolas, por ejemplo, contra el feísmo urbanístico, es decir, habiendo sus señorías decidido lo que es hermoso y lo que no, habiendo vertido, depositado en la historia, en fin, un juicio estético, yo echo de menos una regulación a la semejanza en materia músicopestosa. Si se prohíbe en ciertos sitios la construcción de una casa con almenas, con lo chulas que son, y azulejado chillón en la fachada, con lo decorativo, y ventanas circulares, con lo molonas, entonces, digo yo, decimos en este blog, persígase, sanciónese, pénese también, como más nocivo y pernicioso, el sonar en el transporte público o en cualquier recinto abierto a la gente honrada, de rosanas, orejas, morfeos y danzas, mil veces putos todos. Y ni una broma con esto: hablamos de la salud de las masas inocentes. Como diría (guiño para los blueberrienses que leen este blog, un total de dos), como diría el fantasma de las balas de oro: ¡¡ Daño, daño...!!

Tener, en fin, la desgracia de ser alcanzado por una hedionda tonadilla de Danza Invisible mientras uno va, confiado, en el autobús, es ser víctima de la más brutal de las agresiones contra el buen humor y la filantropía. Responsable de, al menos, una de las canciones más infectas que jamás hayan podido concebirse (sí, ¡esa!), resulta un misterio impenetrable que este sujeto haya podido oírse a sí mismo (¿lo ha hecho?) durante más de veinte años. Más allá de gustos. Incomprensible.

9 comentarios:

  1. Pero qué susto, Nick. Acostumbrado a lidiar con lo agregio, entrever tan fáustico riff como "danza invisible" en tu distinguido blog me ha puesto los pelos como una catenaria. Luego del disgusto, casi fibrilando, acabé por leer lo que tan marranamente se anunciaba. Qué contraste... Pupa, pupa! gritaba yo de pequeño cuando me astillaba. "Ssabor de amorrr": Pupa, pupa!!!

    ResponderEliminar
  2. A este sí que había que darle (Catalina) Por cierto ¿y Goñi?

    ResponderEliminar
  3. Acabo de pinchar en ti, titomr, y me encuentro con un faro con un sector de luz roja... ¿No será Corru...? Unha aperta

    ResponderEliminar
  4. Cierto, cierto, la Catalina de los cojones… qué prodigioso grupo, este.
    El Goñi ya tuvo una mención de honor en el post de Scofield, y mi teclado no tolera ese nombre más de dos veces en un año sin explosionar…
    (¿Mataste al primo kinkilloso, venturitiña?)

    ResponderEliminar
  5. Lo tengo secuestrado. Pronto te enviaré una prueba de vida y las condiciones para su liberación. Se discreto, nada de llamar a Furillo o a Robocop. Piensa que su vida está en tus manos, y que te vigilo, Nick.

    ResponderEliminar
  6. He tenido que recurrir a la medicina de McClure antes de atreverme con un post así encabezado. Aunque he de decir que D.I. solo alcanza un honroso tercer puesto en mi ranking, encabezado ex aequo por Rosana y el Guerra. Estos dos infraseres, además de dañar oído y mente, ofenden a la vista (sufrir el video de Rosana con la cara pintada -ella, no el sufridor- más de 5 segundos provoca irrefrenables deseos de arrancarse los ojos y echarlos a los cerdos)y sacan lo peor de ti: me han obligado a añadir una herejía a tu blasfemia, una pota a tu zurullo. ¡Cabrones!

    ResponderEliminar
  7. solosupongo, no les llames infraseres, que me cierran el blog...

    ResponderEliminar
  8. Llego un poquito tarde, lo sé, pero me apetecía dejarme caer por aquí ya que se está hablando de canciones infames. Más que otra cosa venía a hablar (desahogarme) del más abominable de los gusanos auditivos que he tenido la desgracia de escuchar, uno de esos que hace que te entren ganas de arrancarte las orejas.
    Durante meses he tenido que soportar en todos los lugares públicos a unos tales Jesse & Joy que me hicieron echar de menos a todas cuantas Shakiras, Melendis y Alaskas hay por el globo. Cada vez que sonaba ese "corre, corre corasssónnnn" me entraban ganas de agarrar una Black&Decker y perforarme los oídos hasta la cocla. Lo más inquietante es que la cancioncita tiene una especie de efecto retrospectivo que prolonga la violación auditiva a lo largo de días (¿incluso semanas!).
    Busca en el yutuf Nick, busca, ya verás...

    ResponderEliminar
  9. Hosti, Daniels, me los acabo de oir, a Jesse y a Joy, y en verdad no te entiendo. Es una canción de rara sensibilidad, plena de melodías de valor. La redacción entera del blogue bailotea ahora mismo la tonada y me piden que te dé la bienvenida en su nombre...
    También me dicen que te diga que a los posts aquí nunca se llega tarde, que son imprescriptibles.

    ResponderEliminar

google analytics