30 de mayo de 2011

how my heart sings


Este blog es, también, un ejemplo de civismo. Que aquí somos tan tontos como el que más. Y para no ser acusados de escapistas, con tanto superhéroe
, tanta droga y tanto músico esquizoide, ya el primer día salimos emocionados a participar animosa y activamente en las manifas que recién convulsionan el país.

En las manifas, bien. Nos ayudó a aguantar las ganas de coger el megáfono la certeza de que, de hacerlo, seríamos los únicos intervinientes abucheados de la tarde. Y eso que los aplausos eran gratis. Pero muy gratis.


El pueblo, micro en mano, habló de sí mismo, y lo hizo gustándose un horror. Mafalda decía que en la playa, de vacaciones, parecía como si nadie tuviese culpa de nada. Hubieras estado en esta plaza, Mafaldita. Era primavera aún, pero sí, ya todo el mundo se
había despojado de sus culpas como de un abrigo invernal de pelexo. Resultó que era, la culpa, de cosas como el mercado, que es un diablo que nos obliga irresistiblemente a gastar veinte cuando tenemos cinco. Resultó que todos los mayores de sesenta habían repartido sus años mozos entre las barricadas de París y el diseño de planes para volar el Palacio de El Pardo. Resultó que todo el mundo era valeroso, fenomenal, solidario, y sólo esperaba el momento de poder decir a la cara a los políticos un par de pares de cosas.

Todo eso, resultó. Y nos habría dado igual si no fuera porque aquí en el blogue, y aunque a escala modesta, conocemos bien lo que es encarar a un político. A un tipo ensoberbecido, ignorante, maleducado, inepto y desafiante. Conocemos bien también la tensión de espetarle cuántas son cinco, sin megáfono ni aplausos. Pero sobre todo, conocemo
s dolorosamente bien de cuántas y de cuáles personas podemos esperar que lo hagan, esto último, llegado el momento de hacerlo y estando en la posición para hacerlo.

Ahora, lo que es en las manifas, bien.


En los debates sobre el meollo del asunto, a los que fuimos invitados, ya un poco peor. Nos contuvimos menos. Primero, ilusionados, nos identificamos como representación acreditada del prominente blog ¿y el pan?. Después preguntamos, inquirimos, y finalmente opinamos acerca de las cinco uvedobles del movilizarse, de las leyes orgánicas, la separación de poderes, la institución del referéndum, el populismo, la demag
ohia, la conveniencia de no confundir los cojones con comer trigo y la obviedad de que pedir abstracciones condena al ayuno al pedichón. Y luego esperamos.

Obtuvimos dos cosas: hipos, gallos y tatexos por parte de la muchachada. Bien está. Y la frase: “hombre, es que si empezamos así...”, por parte de un maduro advenedizo.


Aún una cosa más dijimos, acerca de la continuación de las manis, a saber: ¿se continúa a la espera de que ocurra qué? ¿qué acto, señal, demostración, se reclama? ¿una declaración jurada del Zapatillas? ¿una audiencia papal? ¿un sobre sorpresa?
En este segundo toro de la tarde obtuvimos silencio. Silencio y dos orejas.

Las orejas pertenecían a un excitado protesta
nte, no representativo del correctísimo grupo, que la noche anterior se había puesto estupendo entonando la frase siguiente:

Estamos aquí porque hemos oído una canción en nuestros corazones.


No creo mucho en la democracia. Por tanto no creo en el parlamento ni en su ley. Y maté al gachó porque me pareció lo justo. Y también porque la política
callejera, ese viejo sueño, me había defraudado en lo más hondo.

A
hora tengo cuatro orejas para escuchar, cada mañana, cómo canta mi corazón.
 

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