27 de junio de 2009

quién es jethro


Dos Jethros hay en mi vida: uno es Jethro Tull, el de Ian Anderson y Martin Barre y otros más cuyos nombres no recuerdo ah
ora. Les tengo cariño, a los JT, y no puedo estar menos de acuerdo con quienes dicen que no han soportado bien el paso del tiempo, ese reproche tan del rock.

El otro Jethro es Steelfingers.

En general podría decir que la música me importa un poco más que los cómics. Pero de ninguna manera que Jethro Tull me
importa más que Steelfingers. A pesar de Wonderin’ aloud. A pesar de Cheap day return. Lo lamento, Ian.

Steelfingers era un malo incomparable que vivió (como otros malos asimismo incomparables) dentro de los cómics de Blueberry hasta que Sitting Bull le dio matarile en combate singular, según propias p
alabras del jefe piel roja.

Jethro se reía así: Ha, ha, ha... Y daba un canguelo horroroso, esa risa. Porque Jethro sería lo que fuera, pero iba en serio: ni un s
egundo de flaqueza en su maldad. Y qué malo era, Jethro. Qué hijoputa. Con los blancos, con los indios, con su propia banda de facinerosos. Exhausto le dejaba a uno tal despliegue de malahostia. 

Jethro habría merecido llevarse aquellas alforjas atiborradas de dólares que persiguió, con todos sus diabólicos recursos, a lo largo de tres álbumes cuyos títulos (El caballo de hierro; El hombre del puño de acero; La pista de los sioux) transcribo al tiempo que me hinco de rodillas. Hail, Jethro. 
 

10 de junio de 2009

google analytics