6 de septiembre de 2009

frases que daban envidia (dos)


“¡Cogeré un quinjet!”


Para dividir a los superhéroes hay básicamente dos criterios objetivos:

Primero: los que tienen superfuerza y los que no: la superfuerza es aquella cuya magnitud excede en mucho la posible, en principio, en el ser humano más hercúleo, y su presencia se explica por lo general con los grandes clásicos del género: accidente radioactivo, avanzada ayuda tecnológica, pócima dopante o mutación. Entonces, los superhéroes sin superfuerza no son otra cosa que esforzados y atléticos mindundis. Se me escapa, además, el motivo por el que se dejan inflar los carrillos detrás de cualquier esquina en lugar de estar ganando medallas olímpicas a cubos, visto que T’challa, alias Pantera Negra, no-superstrong, saltaba treinta o cuarenta metros con un solo pie, de lo que se concluye, por otra parte, que la localizada en las extremidades inferiores nunca fue considerada superfuerza, y que aquí sólo cuenta la potencia del directo de reyerta tombolera.

Segundo: los que vuelan y los que no: es el verdadero criterio definitorio del superhéroe matao. Los que no vuelan lo son, con pocas excepciones (tendríamos aquí que hablar de la subcategoría de los ágiles, pero no es el momento). Siempre era denigrante ver una lucha entre un volador y un matao, aunque el primero fuese mucho menos fuerte. El chuleo era de órdago. Y el colmo de la vergüenza ajena se pasaba cuando, en cualquier situación de urgencia para la humanidad, los voladores acudían raudos al lugar indicado en tanto los otros se debían rebajar a requisar coches, correr (a grandes zancadas, como si eso paliara en algo el bochorno), o brincar y rebotar por el suelo y las paredes tal que si la vida fuese un circo. Para salvar la papeleta con cierto decoro, los Vengadores, grupo pijo, superventas y mainstream por excelencia, disponían de unos vehículos volantes llamados quinjet. Y, producida la contingencia, el superpringao de guardia recurría a la frase “¡cogeré un quinjet!” y salía a escape inflando pecho como un pichón. Tan poderosa era, la frase, que me hizo desear ser uno de esos musculetas impedidos que esperaban en la mansión engullendo la comida de Jarvis.

4 comentarios:

  1. precisamente ese podría ser el tercer gran criterio clasificatorio: los dioses y asimilables (Galactus, el Vigilante y demás entes espaciales) y los simples supermortales. Mucho poder rarito y tal pero a los 80 con bastón, como todos. Casi no les debía joder al hombre de hierro (ahora Ironman)cuando llegaba Thor con su melenita y sus siglos de vida por detrás y por delante. Por eso nunca lo nombraron jefazo de los Vengadores.
    Espero ansiosamente nuevas frases generadoras de envidia (antes) y nostalgia (ahora)

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  2. Yo recuerdo al Capitán América diciendo muy ufano que, gracias a la famosa fórmula del supersoldado, nunca notaba que se hacía mayor. Así ya podía darle la patada a la Peggy Carter e irse con su hermana pequeña, ya. Esa es una maniobra digna de un verdadero crápula que siempre me asombró, teniendo en cuenta el perfil, se dice ahora, del señor Rogers. ¡Post al canto!
    (Me sale un blog muy retro, sí…)

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